lunes, 7 de febrero de 2011

El polonio





   Del polonio poco cabía decir hasta ahora si no era por referencias shakesperianas, curiescas ó por vías hagíográfícas, pero sin que entrara en liza esa sombra de amenaza que ahora cobra. Ya no estamos hablando, solamente., del sumiller de corps del Hamlet, padre de Laertes y de Ofelia, la amada del dubitativo príncipe; ni la del elemento 84 que descubriá Marie Curie (nacida Sklodowska) polonesa ella como bien se sabe y polonio por lo tanto su descubrimiento en honor del país de nacimiento de su descubridora; ni tampoco nada que ver con lo contenido en esos múltiples y exquisitos dietarios de santos y santas que van turnándose cada veinticuatro horas y en donde pueden encontrarse no menos de doce entradas de apolonias y apolonios con el añadido de apolinar que parece pomo el mismo patronímico un tanto ruralizado. Ahora, la amenaza del polonio cobra nuevo fulgor, que podríamos irnos por los vericuetos del mundo de los espías, no se si bajo el señuelo del Virtuosista juego creador de un Chesterton habiéndonos de "el hombre que sabía demasiado' (al que cabría la posibilidad de adornarlo con el otro ingenio, tan avieso corrió juguetón también, de Hítchcok, que inserta el " ¿Qué será, será...' como tonadilla recordatoria de su equívoco 'suspense'). Con la nueva faceta del polonio parece como si franqueáramos la puerta de las viejas escuelas de las /pócimas certeramente dirigidas a eliminar enemigos través de toda la Historia Universal en sus intrigas monárquicas y dinásticas a proposito dé un espía ruso, un tal Álexander Litvinenko qué parece ser, dícese, que probó la eficacia del veneno procedente, quién sabe, de la farmacopea toxicológica del Kremlin y que, en su abultada lista de víctimas parece que pudieran hallarse nombres sonoros cuya sola mención aquí se hace imposible por falta de espacio, bien que haya lugar para el inevitable Rasputín con el que no puedo la pócima administrada por el príncipe Yusúpov, y los muchos sospechosos de haber sido liquidados por medio dé tisanas varias en las que fuera maestra ínsupable Mme. de Brinvilliers, y de cuya eficacia pudieran encontrarse restos en nuestra historia actual ejemplo, la transfiguración facial de un tal Yushchenco, político ucraniano para más señas, cuya cara pareció sufrir de galopante elefantiasis. 



Bernanos.- 



   Memoria renovada, por lo tanto, de una culinaria toxicoíogica la que nos hace ver ahora, el actualizado polonio, al tiempo que otro tipo de venenos políticos nos rodean inclementes. Contra éstos, precisamente, salen a la calle víctimas de todo tipo, que el fanatismo, si para algo sirve lo es para ir incrementando víctimas. Sigue coleando aún lo de la Memoria Histórica, invento trepidante de exhumarios frustados, mientras la otra memoria, la que nos sirve para desarrollar nuestra vida cotidiana, la que se escribe en minúsculas por llevarla tan dentro del corazón del cerebro, del puro sentimiento, se nos va yendo, ¡ay!, en neuronas fugitivas, se nos va perdiendo por el lado del escotillón de la vejez que siempre será inclemente, nos hará acordarnos del pretérito remoto y olvidarnos de lo que pudiera llamarse pretérito presente, una reduplicación temporal solamente expresable por medio de esta antinomia u oxímoron, tiempo contra tiempo, memoria contra memoria, que resulta que siempre hay una visita esperada, la visita de esa vieja dama que un día ha de llegar y ya ni nos importa cómo nos va a encontrar, vestidos de cotidianeidad se piensa, acaso con una funda de pijama envolviendo nuestro sueño casero ó quién sabe sí 'adormecidos por alguna droga piadosa de las muchas que hay, ya no digo ni físicas, ni químicas, ni materiales, ni espirituales, que todos tenemos noches de zozobra y días de paroxismo vegetativo en los que hay una vena de neuralgia atravesando el quicio de nuestra inquietud más solapada, o, en su caso, se le anticipará a la vieja haraposa el señor Alzheimar (que siempre que se le menciona hay que tener presente si hemos colocado en el lugar debido la' h' intercalada, la prueba de nueve que nos señalará si e1 acecho yá es 'corno salto de tigre, tan inminente). Y, aunque tememos irnos perdiéndonos ya por los páramos del olvido, no caemos sin embargo en la trampa de creer que lo de la Memoria Histórica es río de una sola orilla como pretenden sus preciaros publicistas, que cementerios los hay por ambas riberas, cabe o no que sean grandes y bajo la luna como en Bernanos quién lo vio también todo bajo él sol dé Satán, cementerios no solamente de los que entran en el campo de visión de algún preclaro consejero (de no queremos saber qué consejos), que eso sería tener la memoria atornillada, sino que nos acordamos también, - ventajas de la edad, qué duda cabe-, de otros cementerios varios de no tan precaria medida sino que extendidos sobre grandes prados, amplio campo de visión que se llama y oponiéndose a los que aquejados de alguna mácula en la visión cierran y más cierran sus objetivos para qué más abundantes y magnos sean sus despropósitos. 


Volker Eckert. 

   Puede que e1 clamor de las víctimas haya crecido tanto que, para encontrar pareja comparación tuviéramos que acudir a más allá de los coros de las tragedias griegas, unas millonarias multitudes gimientes que se sienten perceptoras de desastres que están en el airé y las huelen. Parece como si la violencia sé hubiera desatado incontenible en progresivo desarrolló sobre nuestro acontecer diario y, según últimas noticias, parece que hasta el mismísimo Jack, el Destrípador mítico del área comprendida entre Whítechápel y el" East End' londinense, parece haberse reencarnado en ese camionero alemán con nombre casi de Maestro de místicos, Volker Eckert, soltero de 47 años, que buscó mucho más amplio escenario para sus desmanes asesinos que su antecesor en el criminal oficio y qué lo encontró a lo largo de la sinuosa y siniestra carretera sin fin que fue adornándola con cuerpos de prostitutas que antes las hacía pasar por el objetivo de su Polaroid, un refinamiento que su antecesor ni soñaba con disponer que, con los modernos tiempos en los que hasta los alumnos de escuelas públicas se entretienen en fotografiar sus fechorías de burlas y vejaciones a compañeros más débiles e indefensos, sería incalculable llegar a saber qué grado de refinamiento en la tortura no llegarían a tener tos grandes virtuosos de la especialidad, piénsese en Sade o en Dante, da lo mismo, que acaso la diferencia entré ellos estriba no más que en el hecho de que uñó de ellos llevo a la realidad sus crueldades mientras el otro las vertía en bien medidos versos.