lunes, 14 de febrero de 2011

De resurrecciones

   Excepto de casos irremediables negados a cualquier intento de resurrección y entre los que me parece que se puede citar (y lo digo; con gran tristeza) la desaparición de; una de las últimas sotanas de la ciudad que tan digna y elegantemente paseaba el nonagenario, venerable y siempre de jocoso espíritu, canónigo del Buen Pastor y eminente músico, Mons.D.José María Zapirain Marichalar (q.e.p.d.)j el milagro de volver a ser cuando ya se dejó de ser, parece que no fuera tan insólito. El caso de Lázaro en su Betania natal parece que no fue un hecho aislado, y el autor de ese drible a la naturaleza, se guardó para sí mismo el 'resurréxit tertia die, secundum Scripturas', que está en el Credo cristiano, y que, además, está escrito por el apóstol (I Corintios, 15, 17) que 'si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana'. Por un ejemplo, a treinta años de unos hechos políticos encuadrados bajo la común denominación de "La Transición" se ha vuelto a dar especial relieve a tales eventos y los merodeadores de noticias enlatadas se han dado el gustazo de abrir la lata, de catarlas y de volver a saborearlas a dos carrillos (nunca mejor empleada la palabra). 

Costumbres.- 

   Desde la fecha de la Resurrección pues, en la que por este año al menos ya estamos en ella, lo que a ese escenario de la tortura de la Pasión de Cristo a la que de alguna forma más o menos real hemos asistido y dejado atrás, todo nos conduce a lo mismo de lo que está hecha la pesadilla, es decir, de un cierto tender a la evanescencia, a un algo también como de polvo de estimación sobre imágenes descoloridas que más y más se irán decolorando como ocurre siempre que el tiempo pasa y va pasando. Atrás quedan, por lo tanto, digamos que hasta el año que viene al menos, los 'pasos' y escenografías, bien que barrocas o sencillas según el lugar, recuerdos de Getsemaní donde las lágrimas se tiñeron de sangre, el patio de Pilatos, el camino de 'abrojos lleno' del Calvario, el Gólgota y los brazos (de los maderos y del hombre) en Cruz (en mayúscula para que seáse de proyección universal), todo lo que tuvo acaso tanto de real pero también como de tan vano tiene la pesadilla que hay que repetirlo, como ahora, después de pasado todo, a los treinta años o a los pocos días, puede verse, y lo hemos estado viendo, año tras año, tantísimas veces, que, a fin de cuentas, que hay que repetirlo, que todo fue sueño, o un mal sueno, o, ¿quizás tan bueno que esa parte del corazón que nunca dejó de ser masoquista, se duele de no poder seguir sufriendo, o, es que también la espera de un año, es ese punto de masoquismo que tiene la virtud de mantener el sufrimiento aunque sea solamente en teoría? No haría falta - y no hace falta- en verdad otra cosa que ver esos antedichos 'pasos' descabalgados, las 'saetas' perdidas en el aire como productos de faringitis sentimentaloides, toda la faramalla ritual olvidada en la última esquina de las calles, los lloros y lamentos por que plugo a la naturaleza llover inoportunamente, los costaleros ya en reposo y masajeándose las excoriaciones, un resto de creencias nunca se sabrá hasta qué punto reales o artesanalmente fingidas tiritando en su última agonía, exudación de posos que se nos quedaron en el hondo de las enseñanzas religiosas que se nos impartieron, las costumbres con las que vivimos y con las que no tenemos más remedio que cargar, ya que, en definitiva, es la costumbre seguramente lo más verdadero con lo que contamos en nuestra vida, dicho sea pidiendo perdón si necesario fuere. 

La perra del anticristo.- 

   ¿Resucitan, y cuándo y cómo, los anticristos? A la hora de la muerte de Cristo, lo que a cualquier persona se le ocurre, por muy poco subversivo que se sea, es ponerse a leer de lo que le ocurrió al Anticristo en sus últimos días, aún más que de esa serie de anunciadas muertes de Dios entre las que no faltarían las manifestadas por los Nietzsche, Gluksmann, etc. Pero, ¿dónde está? O, ¿quién es el Anticristo? Y es que, la duda que senos instala tiene que ver con la elección de ese Anticristo para la que la Historia ofrece un sin fin de candidatos, la mayor parte de ellos, en verdad, emparentados con el poder, que ya se sabe que hay por ahí una teoría que no podría disociar, en modo alguno, la gloria del poder, y que, al poder da, en definitiva opción, toda prioridad. De esta opinión es Imre Kertész, Nobel 2002, quien en una obra suya 'Un relato policíaco' (Editorial Acantilado) publicada recientemente en castellano a los treinta años también de su primera aparición en librerías, nos hace partícipes de un diálogo entablado entre dos miembros del Cuerpo (más allá aún que la policía secreta). Rojas Martens y Díaz, en el que llegamos a saber que si el primero manifiesta creer ser servidor de la ley opone Díaz el alegato de esa prioridad antedicha, servidores, está claro, primero del poder y luego de la ley, que lo dice no sin cierta sorna entre acida y burlona. De la amplia lista de candidatos a Anticristo que la Historia nos ofrece, y no sólo exclusivamente de la elite poderosa sino también de la sórdida y siniestra nada más, a quien el siglo pasado señala con grueso dedo acusador es a aquel mediocre pintor pero genio de la embaucación que con sólo su palabra enardeció a todo un gran pueblo, el hombre que a sí mismo se descubrió como gran orador de cervecería y lo repitió alborozado y en trance o hasta en éxtasis ante el espejo, que fue capaz de atentar contra un significativo símbolo de su patria y achacárselo a otros y todo ello con gran éxito (nihil novum sub solé), que este número de magia tuvo como escenario un incendio que fue la primera pira donde ardió una gran guerra después de conseguir, de golpe y porrazo, el decreto de suspensión de nada menos que siete artículos constitucionales que tenían que ver con inalienables derechos individuales. Leer, por lo tanto, en Viernes Santo y tratando de que la heterogénea mezcla no resulte escandalosa, sobre hechos últimos ocurridos en su bunker a uno de los designados como Anticristo por la Historia reciente, puede tener algo de catarsis y ser sucedáneo eficaz para cumplir la macabra voluntad de ese mínimamente subversivo ser que quisiera allegarse al totum revolutum de historias, épocas, sentires, verdades y mentiras. Que, dícese que, en el último tramo del calvario del poderoso derrotado (yuxtapuestas imágenes de Anticristos como el Lope de Araoz apuñalando al hipotético colchón de enemigos que pudiera ser su hija, y escena plagiada por Tirano Banderas) le acometió a ese tal calificado como uno de los señeros anticristos del siglo pasado, la sospecha de la efectividad de los venenos para despenarle procedentes de persona poco fiable, zozobra mental del que pudo librarle el sacrificio de su bien amada perra y sus cachorros, un burujo de cadáveres tras la aleve inyección administrada.