miércoles, 2 de febrero de 2011

Encendimientos

   


Se "apagaron los faroles" y se "encendieron los grillos' nos dijo Federico que ocurrió cuando su gitano llevaba al río a la casada infiel,, y, con el encendimiento de su casa (que no incendio, que es otra cosa como lo saben muy bien los bosques gallegos en la presente hora), escribió Luis Rosales, su mejor poemario, "La casa encendida' (1949), en donde, entre otros exquisitos requiebros de los pensamientos a las palabras y de éstas a aquellos, tras un juego al escondite de términos preclaros, palabra, alma, memoria, árbol, bosque, se habla, claro está, y no solamente para justificar el título, de encendimientos: "todas las cosas que vivieron se encienden mutuamente,/ se encienden mutuamente y de nosotros,/ se encienden dulcemente y conviviéndose desvarían/ lo mismo que un espejo, que algunas veces, cuando/ lo quiere Dios, tiene unas décimas de fiebre', que, dicho así, parece más bien como una sonatina de luciérnagas para una veraniega noche de amor lorquiana con horizonte de perros ladradores incluido, destellos intermitentes por los costados y caminos el valle, acaso velámenes de barcos aventureros si nos ponemos a imaginar a lo Verne o como soñaban en sus tierras de secanos y rastrojos los conquistadores de reinos de ultramar, la ambición encendiéndoles la pupila. El espejo en donde nos miramos y que nos arroja descarado nuestra mera imagen, puede tener, de seguro, sus décimas de fiebres cuando lo quiera Dios, por supuesto, que no es cosa de faltarle el debido respeto créase en El o no), pero a más décimas de ese espejo nuestro parece que han ardido esos bosques gallegos antes citados y que fueron magníficamente cantados desde siempre, que para eso ha contado siempre con grandes autores la literatura gallega, que exhibo ahora a un eximio de pluma maestra en ironías, don Wenceslao Fernandez Flórez, que se dejó encantar por la fraga de Cecebre, que 'era' (y lo traslado a tiempo pretérito por cómo habrán quedado fragas parecidas para estas fechas) "un tapiz apretado contra las arrugas de la tierra' (...) dos leguas de vida entretejida. ¡Señor, si no veis más que vida en torno'. Y llega la paleta mágica de este sagaz e inteligente irónico mutado en lírico, para decimos que "donde fijáis vuestra mirada divisáis ramas estremecidas, troncos recios, verdor; donde fijáis vuestro pie dobláis hierbas que después procuran reincorporarse con el apocado esfuerzo doloroso de hombrecillos desriñonados; donde llevéis vuestra presencia habrá un sobresalto más o menos perceptible de seres que huyen entre el follaje, de animales que se refugian en el ojal, de insectos que se refugian entre vuestros zapatos, con la prisa de todas sus patitas entorpecidas por los obstáculos de aquella selva virgen que para ellos representan los musgos, las zarzas, los brezos, los helechos. El corazón de la tierra siente sobre sí este hervor y este abrigo, y se regocija', que me salió larga la cita pero me parece que valió la pena porque cabe preguntarse ahora e imaginando un paseo por tragas parejas (que podríamos parar,igualmente, en "leiras, veigas y lugares', citados y descritos por Alejandro Perez Lugín en " Arminda Moscoso' (1947) o en las tantas de doña Emilia, de don Ramón, etc, dónde están las ramas estremecidas, las hierbas dobladas, los seres que huyen, los animales que se refugian en el tojal, los insectos... Aún más, ese mismo corazón de la tierra que, según noticias que nos llegan no es que esté chamuscado sino requemado, y mientras unos van por la vía de los pirómanos, hay quienes hablan de "tramas organizadas' que, a algunos nos puede sonar a viejas soniquetes como de "contubernios judeo-masónicos" que a todo se echa mano para tratar de excusar incapacidades tan evidentes. Pero quédese dicho que, al fin y al cabo, no es lo mismo encender que incendiar. 
















Fiestas.- 






Se enciende también la mecha del cañón y comienzan las fiestas, que, en algunos lugares, la piromanía se disfraza de pirotecnia. No sé, en cambio, si viene al caso traer aquí la historia de Vulcano, detalladamente transcrita, entre otros, por el mismísimo Boccaccio, don Giovanni, en su "Genealogía de los dioses paganos', que es ahí donde se hace elogio insuperable del fuego, que lo hace hasta apoyándose en la autoridad de Isidoro en su "Etimologías' (XIX,6,2) que entre las muchas propiedades suyas, nos dice cómo "el fuego blanquea, al cocerlas, las piedras negras, oscurece, al quemarlas, las blancas maderas, los carbones de resplandeciente nieve los hace negros, de dura madera los convierte en frágiles, de corruptibles en incorruptibles, suelta lo apretado, ata lo suelto, suaviza lo duro, vuelve lo duro blando'. Pero del encendimiento de las fiestas, al margen de citar a Vulcano y sus fuegos artísticos, la fragua de Velázquez, etc, etc, cabría señalar otro tipo de apercibimientos que, en este punto, ahí están las teorías de Harvey Cox ("Las fiestas de locos' Taurus, 1972), un "ensayo sobre el talante festivo y la fantasía), que nos llevan aun punto en donde la locura (instantánea, momentánea, espontánea, si se quiere), entra como elemento obligado, que nos dice Cox que 'una ocasión festiva tiene tres componentes: 1) un consciente exceso, 2) una afirmación por vía de festejo y 3) una yuxtaposición', que, por el primero de dichos componentes, nos allegamos al "elemento orgiástico de la actividad festiva', es decir, a toda su parafernalia y faramalla; por el segundo, a que la festividad siempre supone un "decir sí a la vida'; y, por el tercero, el factor contraste, es decir, que esa festividad "debe ser claramente distinta de "la vida cotidiana', que, aquel que quisiera adentrarse aún más en este terreno, ahí le espera el libro de Cox. 










Grass.- 






El silencio, si se ha hecho demasiado largo, acaso mejor que siga silente para el silenciador, aunque, quién sabe, Y es que, para cerrar por hoy la inacabable lista de encendimientos, digamos que, al parecer, también a Günter Grass se le ha encendido su memoria, no sé bien si la de onda corta o larga y ha roto su silencio confesando su pertenencia, a sus 17 años, a las Waffen- SS, que eran aquellos que agazapaban su personalidad impersonal (adjetivo defensivo) bajo la gorra del águila o de la calavera, los "Sans Sentiment' (el ojo de vidrio más humano que el propio del oficial tuerto de las SS aficionado a apuestas crueles), los esbirros incansables de los Himmler, Eichmann, Heydrich, etc. Poder abandonar la casa de sus padres es el motivo confesado (que es el mismo de Heydrich), por el que el joven Günter se afilió a las SS, creo haber leído. Acaso, educar la conciencia (si, sujeto pasivo) o al juicio (si, activo) en una conocida teoría heracliana, sería fácil remedio a posibles traumas.