viernes, 25 de febrero de 2011

El santuario

   Ahora que uno de ellos ha sido calificado como ' la primera maravilla de Guipúzcoa', creo que las más recordables referencias de un santuario me provienen de uno que seguramente ya estará inmortalizado en las páginas de la Historia. Eran noticias más o menos fidedignas (de nada hay que estar seguro y menos de las que la cinemátografia nos presenta) las que nos vinieron dadas de que 'El santuario no se rinde', por una de las muchas obras cinematográficas que realizó Arturo Ruiz- Castillo (Madrid, 1910), que comenzó en estos manejos de imágenes con una versión cinematográfica nada afortunada dé la barojiana "Las inquietudes de Shanti Andia", y nos hizo experimentar, repito, en cierto modo, con ineludibles exaltaciones patrióticas del momento, los episodios valerosos, osados, integérrimos, sacrificados, etc, de un puñado de hombres (creo recordar que pertenecientes a la Guardia Civil) encerrados en el Santuario de Santa María de la Cabeza, y que se desenvolvieron al estilo del Alcázar toledano. (Mil perdones por la digresión, pero imposible no citar este testimonio de un título que se nos asoma a los puntos de la memoria nada más citar la pálabra' santuario', y cuando tan en boga está todo lo referente a la guerra civil y sus lugares de la 'memoria histórica', que ya se sabe que solamente sufren un lapsus, un taponamiento de nebulosas solemne, cuando le llega la vez a toponimias tan escalofriantes como la de la Cárcel Modelo por agosto del 36, Paracuellos, Larrinaga, etc, etc, y etc.) 



Faulkncr.- 



El 'Sanctuary' de Faulkner es otra cita imprescriptible al citar el término. Un tremendo 'santuario' éste que, de solo pronunciar la palabra, se nos invita a formular una pregunta, improcedente acaso, de vuelo gomoso como el del murcielago o mucilaginoso quién sabe, una confusión de direcciones, signos y símbolos con el nominativo de Popeye, su agonista más calificado, tan tremenda la convulsión originada como el tremebundismo del personaje en cuestión, y que parece como que se nos hubiera transplantado no se sabe de qué manera desde una evocación de homonimia a una transgresión de valores total, la delincuencia volcada,al monstruísmo, una delicia de paranoias fantasmales que proceden desde la misma infancia. Estriba la pregunta, vuelvo a ella, en indagar qué sea un santuario, que si vamos al diccionario nos dejará, como siempre, insatisfechos, por muchas acepciones que contenga. Lugar de veneración de alguna advocación en particular, ermita, eremitorio, lugar sacro, sancta sanctorum, ¿lugar de santos también?... Los hechos históricos lo desmienten, al menos en lo que respecta a los santuarios de estos pagos, que cuando se escriba la verdadera Historia, si alguna vez se escriba aunque sea en las inmediaciones del Valle de Josafat, se tendrá mejor conocimiento, supongo, de lo que en estos santuarios próximos se ha hecho o dejado de hacer en la segunda mitad del XX, que, en lo que a mí respecta sólo de pensarlo me sube un aire de bochorno. 



El pastorcillo. 


   Decía al comienzo que una encuesta realizada por este periódico entre sus lectores y sobre un total de cuarenta maravillas guipuzcoanas a concurso para elegir la más idónea o vocativa de todas ellas, ha dado como ganadora al Santuario de Aránzazu (¿Arantzan Zu?... que dicen que dijo -transido de adoración, de emoción, de angustia acaso, de miedo posiblemente, de estupefacción sin duda-, el pastorcito cabrero Rodrigo de Balçategui en ese 'profundo y inhabitable yermo', como señalaba Garibay, donde tuvo lugar la aparición). No ha pasado, ni pasará (se supone), el tiempo de las apariciones. En cualquier recodo de nuestra carretera propia, día o noche de lluvias o de soles o cierzos que la tormenta se nos desgarra en cualquier tiempo tanto por dentro como por fuera, nos podemos quedar con el ánimo y el alma en suspenso, hay una figura que ha aparecido no se sabe cómo ni por dónde y nada obedece a las leyes de la racionalidad, se diría que nos quedamos como catatónicos, el efecto es alucinatorio, a veces la imagen habla, musita secretos acaso que han de desvelarse con el tiempo, casi siempre pide que se erija un santuario. Nada que alegar, por mi parte, a favor o en contra de la elección antedicha, repito, y preguntaría, solamente, si puede equivocarse o no la llamada' vox pópuli, vox Dei'. De la 'maravilla' actual, nos queda a algunos al menos, la imagen de algunos frailes franciscanos naturalmente pedigüeños (eminencias oratorias en los ejercicios cuatrianuales de las 'misiones' como era costumbre en tiempos que recuerdo) que iban casa por casa forzando con su presencia corporal la mayor o menor generosidad de las gentes para reconstruir, con nuevos moldes artísticos ese viejo santuario; denegación de permisos por parte de la jerarquía eclesiástica; empecinamiento en llevar adelante las obras; la erección, al fin, de un edificio en el que convergió el personalismo de un nutrido equipo (si equipo puede ' llamársele a una serie de de artistas que, cada cual por su lado, fueron dejando en esa obra, pruebas fehacientes de su particular estilo). Es de gente avisada y prudente, supongo, dar la razón a la mayoría cuando se sabe que 'pueden venir Ios sarracenos/ y molemos a palos/ que siempre ganan los malos/ cuando son más que los buenos', que a este resultado viene a parar hasta la misma democracia. 


La cartuja.- 



   '(Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?', nos ha estado preguntando como final de un lúcido soneto y desde el XVI, la celestial ninfa que se le apareció, dice uno de los tres hermanos llamados 'Horacios españoles', Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631), que es una pregunta que, para mí al menos, me traslada a las regiones en donde el alma (que el 'Diccionario del diablo' de Ambrose Bierce lo ubica en el estómago), erige su propio santuario, un edificio de conturbadas imágenes aun para los más férvidos creyentes, que si por estos días se nos abría el inimaginado espectáculo de ' la noche oscura' de una angélica criatura transmutada en mujer como fue Teresa de Calcuta, santuario ella misma de desmesurado amor a sus semejantes, no se hacía otra cosa sin embargo qué seguir la senda de los grandes preocupados por 'el más allá'. Pero, ¿qué ocurre cuandó el santuario por el que transitamos se nos trueca en cartuja?. 'Vas a morir' dicen que se le ha dicho, cuando presidía las fiestas de un pueblo, a una alcaldesa que difícil será negarle tesonero valor heroico; y viene a ser este aviso de muerte como el legendario 'morir tenemos'; de los cartujos en sus encuentros en silentes pasillos, una absurda mescolanza de verdad y amenaza superflua, que morir, moriremos todos, y el último subrayado famoso a esta evidencia nos lo ha dejado la muerte de ese Estentor italiano cuya poderosa voz (¿equivalente también a la de cincuenta homares como señalaba Homero?) se ha apagado como todo, allá en Módena. Como todo. 

11 – IX - 07