viernes, 25 de febrero de 2011

El maxilar




   No al son de los tambores al menos en esta ciudad, donde con desazón auditiva de algunos vecinos y sazón en cambio de otros, se están tensando para celebrar el recuerdo de su patrón, el ínclito Sebastián, milite romano tan asaeteado por tantas y tan diversas saetas que sería difícil extender aquí su amplio temario, de lo que más se ha hablado creo, en el ámbito nacional es de ese sucedáneo del chicle que viene a ser la letra del himno nacional cuya bravura no se pone en duda por ser ofrenda a dioses y héroes, a la patria que nos vió nacer, a toda adoración posible bien sea de latrías, dulías o hiperdulías, que, acaso, también sería imperdonable ligereza servirlo condimentado solamente con la especie deportiva, ésa que campa por estadios y pistas de todo género aunque bien se sepa que, algunos de los primeros vagidos de la poesía, en su gama heroica, tuvieron su nacimiento en tales predios, díganlo si no, llamados que fueran a testimonio, los llamados Homero, Píndaro y epónimos varios, cantores del músculo y del esfuerzo corporal sobresaliente. 


El mus.- 

   No apelaremos, bajo este ladillo, ni al buen amigo que fue Jaime Toraer (autor de un libro sobre 'El Mus', al que me dió ocasión de prohijarlo con un prólogo, ni al otro glosador, el llamado Manu Leguineche, periodista de honor, nacido si no me. equivoco donde un árbol quiere señalar raíces de todo un pueblo) de este juego de taberna, figones, etc, etc (aunque también ascendido a campeonatos de raigambre, de inspiración netamente vasca como parece por sus expresiones de amarrekos, ordagos, etc, que es el juego de mus, que siempre que hablo de él no dejo de imaginar a esos cuartetos que, cabe un rincón de la tasca, entre humos varios de cigarros, cigarrillos, puros y tagarninas, en una atmósfera generalmente tan densa que se puede cortar un trozo a cuchillo y llevárnoslo bajo el brazo, pasan por todas las fases de la chiquita, la grande, duples, etc, etc, arrastrando con mano ávida los amarrekos consabidos y arrostrando ojo por ojo, guiños y muecas de enemigos-amigos, una lid entre enemigos tan cordiales que no pueden vivir los unos sin los otros y mantienen ambos, dos por dos, el difícil equilibrio de la guerra amistosa cotidianamente. Al margen de todo ello, el mus que aquí nos peta presentar es el de un ratoncito travieso, una especie familiar al Mickey Mouse waldisneyano, que sucede que, por estas témporas, ha asomado su nacimiento a la consideración pública, una letra que, al parecer, hacía falta mascarla, como las tragedias, para enfrentarse a los retos deportivos más heroicos, con la consecuencia de que, una vez sabida su composición o deletreo, háse dado en la opinión de muchos de tratarse de a la manera de aquel 'mus' o ratoncillo que, nació de entre los muslos poderosos de los montes, que habrá que ir en busca de aquel poeta insigne protegido por el más ilustre protector, y antonomásico por ello, llamado Caius Gilnius Maecenas (69-8 a.C.), es decir, un tal Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.), que dícese que escribió aquello de ' parturiunt montes, nascetus ridiculus mus', tema satírico tratado también por ínclitos fabulistas como el latino Fedro (15 a.C.- 50 d.C.) y el riojano-tolosarra' Félix María Samaniego (1745-1801), letra de un himno que llueve sobre mojado, que bajo la égida del COE (Comité Olímpico de España), se convocó un concurso y el ganador (se supone que sin enchufes, al contrario de lo que sucede en tantos otros concursos, titerarios, artísticos, etc, que hogaño se convocan), resultó ser un tal Paulino Cubero, natural como el gran héroe de las Letras Españolas el llamado Don Quijote, de esa zona de las Castillas que se llama La Mancha (de Granátula de Calatrava en Ciudad Real, para más señas), de 52 o ya 53 años perdidos (que ésos ya es seguro que nunca más los volverá a recuperar que bien perdidos los tenemos todos los que hemos ido dejándolos atrás todos los muchos nuestros), sin trabajo en el momento presente a pesar de haberlos tenido varios, que viénele la inspiración según confesión propia, de parte de un su abuelo arriero de profesión y ducho en el arte de contar historias. Y escribía yo líneas antes, que es letra de himno que llueve sobre mojado, porque, cualquier mínimamente aficionado a la poesía de mi quinta y derredores, estará en el conocimiento de aquella antología poética reunida por Vicente Gómez Bravo, SJ. bajo el título de "Lyra Hispana' (que vaya usted a saber el por qué de esa "y" griega), y publicada por una editorial de conceptos tan distintos sin embargo aunados (Razón y Fe, 1942), en donde fulguraba la letra encargada para la Marcha Granadera (más tarde ascendida o simplemente llegada a Real) a un poeta de recios sentires poéticos como lo fue don Eduardo Marquina, el de la frase de. exquisita cortesía inserta en su obra teatral en verso 'En Flandes se ha puesto el sol' (publicada que fue esta y otras obras suyas por Novelas y Cuentos) de' ¡España y yo, somos así. Señora!'. Y cabe citar, a su lado, el estro del otro poeta, gaditano éste, que también le puso letra á esa música, un tal José María Pemán y Pemartín, patriota también sin duda, ya que no lo pudo decir no siéndolo, aquello que le resuena en el hondón de su poema la bestia y el ángel' cuando escribe que' cuando hay que consumar la maravilla/ de alguna nueva hazaña,/ los ángeles que están junto a su Silla,/miran a Dios... y piensan en España'. Amén. 



El chicle.- 


   Inventaron los grandes ingenios militares de viejos tiempos, arietes y lombardas y dícese que la ametralladora, de mil disparos al minuto, se debe al sabio Sisebuto, pero en definitiva, nadie duda de que la más eficaz arma en todo tipo de batallas, y muy especialmente en las deportivas, es el maxilar. Un maxilar como proa de buque, como rompehielos, como ángulo diedro que pugna por avanzar pese a todo, es el gran vencedor indiscutible, y si cada imperio ha tratado de dar a esta maxilar humano su fuerza inconmensurable e invencible, también en lo que al Imperio actual se refiere, es decir, al cantado por Rubén a Roosevelt, al de los Estados Unidos potentes y grandes, que cuando se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes, que cuando claman se oye como el rugir del león, que junta el culto de Hércules y el culto de Mammón y que la Libertad levanta su antorcha en Nueva York'; ese Imperio que dice Rubén que hay que cantarlo con voz de la Biblia o verso de Walt Whitman y envolver en sus versos al Gran Cazador, y que, lo han escrito historiadores sublimes, procede del maxilar americano amamantado con coca cola y ejercitado con el chicle, cuyo sucedáneo es el himno, ése que se masca en los campos divertidos, que, si no se masca, es cosa sabida, no se gana, y que, cómo privar de su chicle que es la letra del himno a los héroes que tantas medallas y trofeos nos ganan que ni sitios tenemos ya para adecuadmente colocarlos en sus correspondientes vitrinas con lo mucho que eso viste... 

15 - I - 2008