jueves, 24 de febrero de 2011

El fauno cansado



   La decadencia de Don Juan es evidente. La decadencia de don Juan se manifiesta, acaso, un poco, en el teatro, en una tradición perdida del seductor mítico que desde el escenario, y al filo de estas fechas que celebramos, nos señala esa atroz imprevisión del pecador que, desde su exclamación preferida de ¡Cuán largo me lo fiáis...?, se da de bruces con su propia muerte. Desde aquel 'burlador de Sevilla', que dicen que se gestó en el magín didáctico-ascético de don Gabriel Téllez, y pasando por las sucesivas versiones que, en la realidad o en la ficción don Juan ha ido adoptando, lo cierto es que hemos venido a parar a esta singular depauperación de su figura, acaso, porque los conceptos de la seducción no se dan de manera tan patente como en las famosas cuentas del don Juan zorrillesco, porque el hombre a quien siempre se le ha considerado con una sexualidad agresiva y fanfarrona también se ha quedado un poco en situación de saciedad y ya es, un poco, un fauno cansado; acaso, también, mucho, porque el feminismo ha ido subiendo cotas de poder, y ya casi no hay mujeres que quieran pasar por seducidas cuando saben bien ellas que ya hace mucho que pasaron al papel de seductoras, creando de esta manera, la figura, no menos inmortal de doña Juana, y, porque, en fin, todas las cosas tienen su tiempo -y 'su afán' si tuviéramos que ceñirnos a palabras algo más bíblicas- y pasó la época de la donjuanía de igual modo que la de los gregüescos y la espada al cinto, una figura que se nos pierde hasta en los reales personajes que fueron sosteniendo el tipo de una seducción de distintos matices, y entre los que podríamos incluir las figuras del Casanova aventurero, del Kierkegaard sutil y complejo en sus elucubraciones metafísicas, del Amiel contrapuesto en actitudes y timideces insólitas que sin embargo pudieron tener un gancho especial ante la expectativa femenina, mientras que, por el lado de la ficción, el rastro del seductor sabe calar hondo en la literatura y en otras artes paralelas... En este punto, la estela de don Juan ofrece perspectivas de honda meditación, más que desde el fondo de su concepto de la seducción y de sus escalas filosófico sociales, de 1a curiosa trayectoria seguida... Refiriéndonos únicamente a los más conocidos, ya que la relación completa sería interminable, encontramos con que de Tirso de Molina pasa a Moliére, y curiosamente, con una cesión de atributos considerados muy españoles -y pasionales por lo tanto- y adquisición de otros más franceses, y cartesianos por supuesto. De ahí, habría que ir considerando la versión del Don Siovanni mozartiano, de E.T.fA. Hoffmann, Lord Byron, Baudelaire, Puchkin, entroncando de nuevo con su origen español en autores como Zorrilla, Machado (con Juan de Mañara y la antigua leyenda de éste). Valle Inclán y su trasunto del Casanova a la española, con un el 'feo, católico y sentimental marqués de Bradomín; con Unamuno y su 'el hermano Juan' y vuelta en la de los autores y personajes con Shaw, Frisch, Montherlant, Torrente Ballester, etc, visiones, revisiones y conversiones de un personaje que se nos trasunta desde aspectos tan disímiles y varios. De esta manera y a lo largo de una torna y retorna de su figura, nos abocamos a la edad presente en donde llegamos a la fecha cumbre de su invocación, que es este comienzo de noviembre en e1 que estamos, y casí nadie se acuerda de su nombre y renombre, de su figura y de su apostura, de doña Isabel o de doña Inés o de doña fina, porque, en realidad, la figura del seductor se ha ido perdiendo y ni siquiera los muchos grupos teatrales de aficionados, semiaficionados o profesionales quieren reparar en su figura, que no fuera preciso que se ciñera al modelo sorrillesco sino, seguramente mejor a cualquiera de las otras variantes que se ofrecen. 

   La naturaleza, en realidad, es como un espejo de los cambios y mutaciones de los seres que viven a su contacto. Y en este punto del declive de don Juan en su proyección teatral y recordatoria puede alentar, acaso, el declive real del hombre, que ya hemos dicho antes que semeja ser, por tantos síntomas que se le aprecian, una especie de 'fauno cansado' y "a punto de arrojar la toalla en el temaadusto de la sexualidad, curo ring en el que se le na convertido aquello que, en gongorino decir, eran "campos de pluma' cuando de lidiar 'batallas de amor' se tratase. 

31 - X - 1987