jueves, 10 de febrero de 2011

Diluvios

   Creo haber oído (tan brevemente, eso sí, que más bien ha sido un oído y no oído), que se tiene pendiente, por ahí, para hacia el año 2034, una colisión espacial de este planeta llamado Tierra en que habitamos con no !sé qué aerolito bautizado con nominación egipcia. Para expresarme con total sinceridad, es noticia o amenaza que, personalmente nada me preocupa ni me inquieta, y es fácil entender por qué. El valladar de los años es arma de dos filos. A su debido tiempo, matándonos también nos protege haciéndonos inmunes a todo tipo de futuras catástrofes, lo que hace que me parezca encontrarme, perdóneseme la desgraciada cita, en parecida situación a la de aquel regio crápula francés, cultivador de inocentes lolitas nada nabokovianas en su obsceno Parque de los Ciervos y a pesar de todo, conocido el tal sujeto, no sé si por sus súbditos o por la siempre prostituida Historia, con el sobrenombre de 'El Bien Amado', que bien por propia boca o por la de su querida valida, la Pompadour, (que, a ambos se atribuye), dijo aquello de 'Después de mí, el Diluvio', que sí que vino ese diluvio no sólo pronosticado por Sartines, teniente general de la Policía francesa, sino también por los Voltaire, Rousseau, Diderot, D'Alembert, etc, pero, a pesar de todo, tenía razón Luis XV, que ya a él, después de muerto, poco le importaba lo que viniere, y hasta destrizó con su defunción, en lecho de rey, esa otra frase que asegura que 'a todo puerco le llega su sanmartín', que es que sucede que hay demasiados confiados en la eficacia de la justicia, bien sea divina o humana. Que a estas alturas de la vida se me diga que el planeta Tierra corre el peligro de que en ese año 2034 colisione y sobrevenga esa muerte del planeta tantas veces profetizada por no sé cuántas sectas religiosas, me hace afirmar que a un egoísta como yo, pero sincero como creo que no lo son todos los tantos egoístas que se lo callan y que conforman la comunidad humana, no le importa absolutamente nada tan calamitoso evento, y si creyera en algo, que no es el caso, me despediría diciendo que en Josafat nos veremos, que, ni siquiera. Pero otros diluvios más inmediatos si que se presentan, y no muy en lontananza que, como ser vivo, no sé en qué medida pudieran conturbarme el ánimo, aunque estimo que también poco a pesar de todo, que hasta para sobrellevar ciertos aviesos diviesos qué la política ocasiona, sirve ese antedicho valladar de los años. 


   Uno de estos diluvios que se están gestando, nubarrón sobre nubarrón, sábado tras sábado, puede que esté anegando ya terrenos aledaños a aquel lugar de la Moncloa que yo conocí cuando no había otra cosa que un joven, pero a pesar de todo renqueante tranvía por los traqueteos a los que le sometía la juventud universitaria. Según una película de Berlanga, 'Los jueves, milagro' con Richard Basehart y el gran Pepe Isbert, junto a los infaltables López Vázquez, Manuel Aleixandre, etc; y ahora, para rematar la suerte. Tos sábados, manifestación', que no son los que se manifiestan y salen a la calle enarbolando banderas y canciones, por mucho que lo parezca, los causantes de esos movimientos de masas tan espectaculares, sino aquellos otros que, encaramados en el poder, dan motivos para que se produzcan, que ni los seísmos brotan por generación espontánea, como es cosa sabida. ; 

   Cuando, Poe, adormecido pero a la vez iluminado por los humores etílicos, daba en ser Poe como siempre lo era pero especialmente cuando el alcohol le colocaba en acto de creación, producía obras maestras. 'La barrica de amontillado', ya se sabe, termina con un ' ¡Requiescat in pace! y con un Fortunato encadenado y emparedado cuyas últimas palabras ' ¡Por el amor de Dios, Montresor' resuenan en los cóncavos arcanos de una venganza 'in extremis'. Pero me pregunto yo qué tipo de diluviosa venganza, claro es que más triste porque sería blasfemo pensar que lo fuera con amontillado y jerez, estará ideando la ministra que retiró la ley del vino, una cara en el momento de esa retirada que de sernos transcrita por una especie de Jenofonte (especialista en retiradas) hubiera tenido dificultades sumas en dar con la expresión requerida, una faz transida entre frustración y acrimonia, una especie de pucherito en los labios trémulos, la mirada perdida en no se sabe qué aéreo caligrama solamente visible para ella. Debía pensar sin duda en momentos tan aciagos, y no creo que sea mucho suponer, que la historia del vino ya empieza con una derrota como poco, que el padre Noe es muy anterior, supongo, hasta al mismo dios Baco, que cuando aquellos ilustres griegos homéricos empezaban si se quiere a poblar su Olimpo con tantos y tantos seres divinos, tan antropomorfos o antrotípicos, ya estaba Noe libando el mosto de las uvas que, ya se sabe que después de trasegar tanta agua viene bien trasegar vino. "Plantó una viña y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda- se dice en el Génesis, que es ahí donde sitúa el autor bíblico la maldición que se volcó sobre Cam y su descendencia, que de ahí a considerar camita a todo bebedor acaso no haya que cubrir mucha distancia en ciertas mentes ministriles y de tan salvífícos propósitos que para salvamos de todo mal, echa mano del decreto desnudo, de la tranca que tranquiliza como en las comisarías de hace algunas décadas, que la tradición del 'prohibido' importada in puris naturalibus de lugares tan míticos en buena producción de tal planta como la Alemania nazi, está haciendo carne, por antojos ministeriales, entre los actuales iberos, visigodos, dálmatas, moriscos, incas, etc, que de todo esto hay ya en abundancia por nuestros páramos y ciudades, es decir, prohibiciones para encender el veguero o hasta el más humilde pitillo con el que fuímos destetados hasta en los mismos barracones de los cuarteles, que por eso es posible ver, a las puertas de empresas y comercios, a incorregibles adictos a la nicotina que salen a la piadosa calle a satisfacer su necesidad de humos. Pero una mente prohibicionista no se conforma con sólo una muestra y, como es notorio, arremete contra hermosos y generosos bocadillos que exudan grasa basurera pero que sabrosa; y, como una mente calvinista es insaciable en pedir purezas, sean del orden que sea, no para en prohibir a diestro y siniestro olvidándose de aquella bonita frase de retruécano 'Prohibido prohibir' que puso en marcha aquella otra revolución de hace cuarenta años y que es posible que fuera la única propuesta sensata que nos dejó. Todo lo cual me lleva a la conclusión de que, ahora que he terminado de escribir este artículo, me queda por consultar el Ideológico de Casares para cerciorarme de si socialismo es sinónimo de prohibición, como sospecho.