miércoles, 19 de enero de 2011

LA PASION ESCEPTICA


«El Vasco tiende por naturaleza a la disgregación»
                    

En el perfil de Santiago Aizarna todo parece desmesurado: su barba de Robinsón perdido en la isla del Ser y la Nada, su erudición, que es la de un auténtico enciclopedista, y por supuesto, esa retórica de ademanes amplios y palabras rotundas con la que se empeña en transmitirnos una paradójica frialdad existencial, marcada por el escepticismo camusiano. Sin embargo, cuesta creer que un lector capaz deacumular cerca de 30.000 volúmenes, incluso de leérselos, no sea un apasionado de la vida.



Tal vez su desengaño es el de aquellos que le pidieron a la vida demasiado. Casi tanto como lo que él ha puesto en la balanza con su pluma: novelas como El ojo insomne, poemarios como Humano animal, relatos como Al terminar la fiesta. Y ya como periodista, esos 20.000 artículos redactados a lo largo de mas de treinta años de ejercicio, que le consagran como un maestro y como una referencia obligada del Medio. Todavía hoy, aun desde la retaguardia de este DV, se desayuna escribiendo un artículo o un soneto. Y luego, saca a pasear un perro con cara de filósofo existen cialísta. -Cuanto más conoces a los hombres, más quieres a tu perro-, escribió Wilde. Con Aizarna ocurre todo lo contrario: cuanto más le conoces, más te convences de que el género humano, individuo por individuo, sigue mereciendo la pena.

  — Cuando Hemingway pasó por Oyarzun, ¿Vd. ya había decidida entre ser periodista o escritor?

  —Bueno, yo nunca decidí ser periodista ni escritor. Yo me considero lector. Desde luego, si pagasen por eso igual no hubiera escrito ni una línea. Aunque después de escribir la primera, ya no pude parar. Todavía hoy, con el desayuno de todos los días, me escribo un artículo que, claro, no se publica, o un soneto. Me encantan los sonetos.

   —Por el tiempo en que Vd. se inició en el Periodismo Julio Camba escribía: -Los periódicos no se hacen con tinta sino con café'.               

   —Ahora se hacen más bien con ordenadores, aunque el ambiente y el compañerismo sigue siendo el mismo. De verdad, yo he tenido la suerte de trabajar en redacciones modelo.

   —Al margen de las innovaciones tecnológicas, ¿cuáles son los mayores avances que ha experi-
mentado el periodismo en los últimos años?

   —El periodismo actual puede permitirse la denuncia de las corruptelas, cosa que antes no se podía, pero ha desaparecido el artículo literario.

   —¿Qué es lo mejor y lo peor del periodismo actual?

   —Lo mejor, la libertad de Prensa. Lo peor, el excesivo espacio que se dedica a la politiquería, que no a la política.

   —Sallada la diferencia entre medios públicos y privados, ¿Cuál es para Vd. la clave de la credibilidad informativa?

   —Es la persona o el equipo que hay dando la cara en cada medio quien marca las diferencias.

   —La Prensa, ¿ejerce realmente como un Cuarto Poder en el País Vasco?
   
   —Digamos que va ganando una cierta importancia social. Sobre todo la Prensa escrita, porque lo escrito permanece, y eso duele.

   —¿Será por eso que las amenazas de ETA contra los Medios Vascos van en aumento?

   —Bueno, yo nunca he creído ni en la libertad de expresión, esa es la verdad. Pero de ahí aque te    juegues la vida por ejercer tu mínima libertad personal, eso no tiene calificativo. Es una barbaridad.

   —Qué le parece esta frase escuchada en cierto debate postelectoral: -Si hubiera menos pe-
riódicos, sería más fácil gobernar con una mayoría simple-.


   —Pues es verdad, pero claro, detrás de esa opinión late la nostalgia de un régimen dictatorial.

   —Dicho de otra manera, los políticos, ¿siguen teniendo una cierta prevención ante la Cultura?

   —Hay de todo. Cuando sacamos la revista "Kurpil", mandamos el boletín de suscripción a mil personalidades. Sólo nos contestó una y era un político, Juan María Bandrés.

   —El pesimismo aizarniano, ¿es una consecuencia de haber leído tanto a Baroja?

   —Sí he leído mucho a Baroja, pero no soy barojiano. Mi fama de barojiano nace de una conferencia sobre Baroja que di en la Asociación Artística Entonces sí que debía de tener gancho, porque se llenaron hasta las escaleras. Sólo dije lo que decía Baroja, pero fue un escándalo.Tanto, que el secretario del gobernador me llamó a capítulo, y cerraron la 'Artística'.

   —Según la leyenda, en otro tiempo Vd. se pasaba todo el fin de semana leyendo libros, dentro
de su cama. (Sonrisas).

  
   —Sí, hasta comía leyendo. Ahora la cama me resulta incómoda, pero suelo pasarme tres o cuatro días encerrado en casa, leyendo. Porque a mí la gente y la vida social, la verdad es que me revientan. Serán ya cerca de 30.000 los volúmenes que tengo en mi biblioteca.

      Le leo una frase de Tolstoi:  —Los rusos no aman a su país porque se viva bien en él, sino porque todo va mal   — (Más sonrisas).

   —Sí. también vale para el País Vasco. El vasco es bastante masoquista. Es muy gratificante ser masoquista. Como la vida está llena de sucesos desagradables, pues el masoquista se pasa el día disfrutando. Le encanta echar la culpa de todo a los demás.

   —Su compilación de "Crímenes truculentos", ¿admitiría un capítulo más dedicado al asesinato de Gregorio Ordóñez?

   —Desde luego, ha sido un crimen truculento, terrible, uno más para añadir a los ochocientos asesinatos de ETA. Yo suelo decir que tal y como está el mundo, sobre todo para nosotros los jubilados, el suicidio es la pequeña esperanza que nos queda. Pero ETA debería haberse 'suici-dado' hace ya mucho tiempo como banda armada, sin esperar a la jubilación.

   —Sinceramente ¿se puede imaginar un País Vasco normalizado y en paz, antes del 2000?

   —La verdad es que no. El País Vasco tiene dentro de sí una esencia disgregadora. Nunca llegará la paz, ni la normalización, ni la integración. El vasco tiende por naturaleza a la disgregación, a las partidas banderizas. Para eso no hay remedio, y seguiremos igual.

   —Si trasladásemos su 'Espejo Cóncavo' de los 70 a los 90, ¿qué clase de imágenes reflejarían mejor la sociedad vasca?
               
   —Las más esperpénticas. Después de lo que he vivido, yo ya lo veo todo en caricatura.

   —Ahora que tiene tiempo, ¿no le tienta escribir la novela de su vida?
  
   —Me ha tentado escribir, no la novela de mi vida, sino la de mi biblioteca. Hay todo un mun do en eso, un viaje alrededor de mi biblioteca.

   —Volviendo a la biografía, ¿cuál sería el capítulo más difícil?

   —A pesar de todo lo amargo que soy, tengo pocos momentos de amargura. Lo que más me ha
decepcionado es el fraude de la amistad. Acabas perdiendo la fé en el género humano.

   —¿Y el que volvería a reescribir con verdadera alegría?
               
   —Los momentos más gratificantes son los de la niñez. Hay que darse cuenta de que, a partir de entonces, en la vida de uno, todo va a peor.




Publicado en EL DIARIO VASCO el Lunes 6 de Febrero de 1995.
Entrevistado por Álvaro Bermejo.